¿Por qué el «coaching» no prima por la eficiencia?

¿Por qué el «coaching» no prima por la eficiencia?

Por: Pedro Meireles Sobral

“No nos satisface ser sólo eficaces; si no hemos sido eficientes de poco nos servirá la supuesta eficacia”

Empecemos por aclarar que cuando nos referimos al “coaching” no queremos generalizar porque reconocemos que existen profesionales serios y competentes que utilizan esta designación para sus métodos de ayuda a los demás que resultan eficaces y, hasta en diversos casos, también eficientes.

Puntualicemos entonces en los conceptos de eficacia y eficiencia. Con eficacia nos referimos a la capacidad de obtener resultados mientras que con eficiencia nos referimos a la capacidad de obtener esos mismos resultados en un justo espacio de tiempo, o mejor, obtener el máximo de resultados con la mínima inversión de recursos posible.

Como referimos en el último capítulo de nuestro reciente libro Trabajo en Alta Performance; capitulo ¡Más con Menos!  (que puede ser considerado como el primer capítulo para el lector que decida empezar por el final – opción recomendable para los que prefieren entrar en asuntos más prácticos sin tener que empezar por conceptos más académicos), defendemos siempre, como opción prioritaria, la vía de obtener más resultados con menos inversión de recursos.

Volviendo a la designación de “coaching” (o a este calificativo, como se le quiera llamar) existen actualmente tantos modelos, metodologías y enfoques como ideas o gustos puedan existir en nuestro “universo”, resultando en el hecho de que la mayoría se enfrenta a una gran dificultad para obtener la tan deseada y necesaria eficiencia.

Cuando un cliente se plantea solicitar la ayuda de un profesional de este ámbito, no pretende sólo resolver un problema, o una dificultad, sino resolverla lo más rápidamente posible.

Desde nuestra experiencia de más de una década de ayuda a quien nos la solicita, verificamos que una buena parte de las personas provienen de la “consulta” de profesionales que han trabajado seguramente con sus mejores intenciones y buena voluntad (al menos queremos creer que así sea) pero han tardado demasiado tiempo sugiriendo preguntas y formulando hipótesis, procurando que el cliente se planteara una infinidad de posibilidades para mejorar su “vida”, entre otras cosas.

En consecuencia, esta falta de eficiencia deriva generalmente de la premisa equivocada de que la persona evolucionará y encontrará por sí misma, sin gran intervención del “coach”, lo que en otras disciplinas más académicas se conoce como “insight”, es decir, una especie de “iluminación” que le permita “ver” el camino adecuado a recorrer. Ahora bien, si en ciertas circunstancias y contextos esto pueda hasta ser eficaz, la eficiencia queda seriamente en entredicho. Si no llegamos a los resultados en el tiempo que la misma persona considera útil o adecuado, no hemos sido eficientes y, lo peor de todo, es que esa falta de eficiencia pone también en causa, lógicamente, la eficacia.

Esto ocurre principalmente con base en dos “modas” que comportan una gran componente reduccionista: la del “conócete a ti mismo” y la del “desarrollo de los recursos”.

Empezando por la primera, nuestra experiencia en la ayuda, directa e indirecta, en miles de casos a lo largo de más de una década, nos ha revelado que el conocimiento de uno mismo proviene principalmente de nuestra interacción con los demás. Considerando que nuestro “ser” conforma los límites del mundo que nos rodea, parece lógico considerar que la mejor forma de conocernos a nosotros mismos sea a través de la experiencia obtenida en las interacciones comunicativas con ese mismo mundo exterior. Diciéndolo de otra forma, es más eficiente buscar nuestros límites en la comunicación con el “exterior” que en nuestro “interior” porque, además, todos sabemos que la comunicación es condición “sine qua non” para la existencia humana. Esto no significa que sean también útiles determinados momentos de reflexión, interiorización o meditación, como cada uno prefiera llamarle, según el objetivo para el cual se utilicen.

Relativamente a la segunda “moda”, o sea, el “desarrollo de los talentos”, verificamos también de forma empírico-experimental (método científico) que los talentos que cada uno pueda “poseer”, si no se desarrollan plenamente es porque existen limitaciones o bloqueos, de origen externo o interno, que impiden ese desarrollo. Siendo así, por ahí debemos empezar, utilizando técnicas que faciliten esos desbloqueos. ¡No al revés!

En suma, insistir en la idea de que nos relacionaremos mejor con nuestro entorno empezando obligatoriamente por conocernos mejor a nosotros mismos y, a la vez, creer que se pueden desarrollar talentos, que supuestamente poseemos, sin considerar que si estos no se desarrollan naturalmente es porque existen limitaciones que hay que desbloquear previamente, constituyen creencias limitantes, sin cualquier base científica, que explican la ineficiencia de innúmeras metodologías que se sitúan bajo ese amplio “paraguas” insistente y “marketinianamente”, con perdón por el palabro, designado como “coaching”.