Felicidad Infructífera

Felicidad Infructífera

Traducción del articulo publicado originalmente en inglés, en Linkedin, 23/07/2018, por Pedro Meireles Sobral

 

Este artículo está relacionado con la búsqueda incesante de la felicidad que atormenta a muchas personas. La persecución de esta quimera parece ser cada vez más imperativa para algunos. A veces, un ejemplo de lo que sucedió con otra persona puede ser una buena ayuda para aumentar la cautela. Más aún si ese otro es una figura pública que, aparentemente, no necesitaría buscar mucho más bienestar en su vida.

La idea de escribirlo surgió con la victoria de Djokovic en Wimbledon el pasado fin de semana. Es bien sabido que este tenista de alto nivel, uno de los mejores del mundo, pasó una mala temporada, desmotivado y desconcentrado, hasta que parece haber regresado, como el ave fénix, a su mejor momento.

El título «felicidad infructífera» puede ilustrar bien este largo período, si consideramos el corto tiempo de carrera para un tenista de alto nivel. Algo parecido puede sucederle a cualquiera. Basta que se obsesione con una búsqueda activa del bienestar supremo y tenga la infeliz idea de entregarse en las manos de un “gurú” cuyo método se base en prescribir dosis crecientes de “amor y paz” para alcanzar la “felicidad”.

Este es un ejemplo mediático (debido a la notoriedad del tenista) de los peligros que ciertos métodos entrañan, pero puede servir como una advertencia para todos. El problema no está en la búsqueda de la felicidad, ni de la paz y mucho menos del amor. El gran problema comienza cuando un tercero intenta convencer a un profesional de que este tipo de búsqueda debe ser su principal objetivo.

Si un deportista de alto rendimiento llega al punto de expresar en público ideas como «… necesitamos establecer la conexión con la luz divina», no parece que esto represente una evolución natural y positiva en su carrera (como ejemplo, se puede ver cómo The Guardian trató esa información).

Evidentemente, cada uno de nosotros tiene derecho a elegir los caminos que debe seguir en cada momento de la vida, pero, en el caso particular de Djokovic, parece ahora evidente que su objetivo era continuar con su carrera brillante, jugar mejor que los demás y ganar torneos. ¿O alguien piensa que es posible llegar a ser el número uno mundial de otra manera?

Sí, es posible que alguien piense eso, también con todo el derecho de pensar lo que entienda. Lo que ya no puede considerarse legítimo es que ejerza su influencia para forzar que otro comparta necesariamente su visión del mundo.

En este caso, no creo que el «gurú» que lo asesoraba tuviera malas intenciones. Es difícil de creer que alguien tenga la intención de complicar, voluntariamente, la carrera de un profesional de alto rendimiento. Siendo así, sólo quedan dos hipótesis: o el dicho «gurú» está muy confuso respecto a las prioridades de la persona que pretende auxiliar, o cree realmente haber sido «iluminado», de alguna forma, con el «don de la verdad». Sea cual sea la hipótesis que consideremos, no está de más recordar la conocida frase: «el camino del infierno está pavimentado de buenas intenciones».

Sabiendo que el deportista en cuestión también sufrió alguna lesión, estas consideraciones pueden parecer demasiado arriesgadas. Sin embargo, no se basan sólo en la información de las noticias que son accesibles para todos. También he tenido la oportunidad de confirmarlo, a lo largo de los últimos dos años, con profesionales del tenis español que conocen más de cerca las circunstancias, la coyuntura y las consecuencias de esta infeliz colaboración profesional. Ni Boris Becker o André Agassi, como entrenadores, fueron capaces de interrumpir este círculo vicioso que llevó a un jugador de alto nivel a tan larga travesía del desierto.
No tengo información de los detalles del desenlace, pero las evidencias hablan por sí mismas. La desaparición del «gurú» de su rayo de influencia, coincidió con la recuperación de su mejor forma y con el regreso de su antiguo entrenado, Marian Vajda.

bola netMi motivación para escribir este post no es, de ninguna manera, profundizar en este caso aprovechando las noticias y las circunstancias. No se trata de un caso particular ni de atacar a una persona en particular que, como vuelvo a repetir, entiendo que actuó con la mejor de las intenciones. De todas formas, tratándose el tenista de una figura pública, es una buena oportunidad para analizar un ejemplo que, según las evidencias, ha contribuido decisivamente para sus momentos de infortunio, a nivel profesional.

El principal objetivo de escribir estas líneas es alertar para la infinidad de casos que se encuentran con «profesionales» sin preparación, aunque apliquen todas sus buenas intenciones. Ellos intentan incluso orientar a quien los contrata para «dar lo mejor». El principal problema es que poseen una visión «especial» de la realidad que los impulsa a establecer una connotación «exclusiva» de «dar lo mejor» con paz, amor y felicidad.

En estos casos no se puede considerar que se esté aplicando una metodología de trabajo. Pasa a existir una incursión inequívoca en el ámbito de la ideología. La cuestión que se plantea es:

¿Parece legítimo ejercer una profesión de ayuda tratando de inculcar ideas que caracterizan fundamentalmente la forma de pensar de una persona o de un grupo?

Las ideologías, fuera de contexto, pueden llevar a alguien a creer que su visión de la realidad es la realidad en sí misma. Esta ilusión ya es peligrosa, pero se vuelve aún mucho más peligrosa cuanto está ligada una idea mesiánica: cuando alguien se siente obligado a explicar y organizar el mundo de acuerdo con esa ideología; deja de importarle si el «mundo» quiere o no quiere ser organizado de tal forma.

En las actividades profesionales que se orientan a la resolución de problemas y a la mejora de la performance individual, o colectiva, nos encontramos frecuentemente con casos muy similares a lo que aquí describo. La diferencia es que la mayoría son casos anónimos, que merecen tratamiento confidencial. En el caso de figuras públicas que reciben toda la atención de los medios de comunicación y revelan públicamente los detalles de sus opciones vitales, sus ejemplos pueden y deben servir, en ciertos casos, como elemento de análisis y reflexión sobre lo que potencialmente está ocurriendo con las personas “normales”.

ilusion depresionPara no caer en la auto-referencia de lo que ya vengo publicando desde hace años, sobre los fundamentos de este tipo de situaciones, transcribo aquí un extracto de un artículo de una colega que, por ser psicóloga clínica, se encuentra con muchos más casos de esta naturaleza:

«A menudo, las expectativas tan exageradas que consiguen crear, las ilusiones, como difícilmente se alcanzan, acaban por generar en la persona un desesperante sentimiento de incapacidad (“soy un inútil; me rindo, mejor acabar ya”). Y qué decir cuando esta sensación incapacitante se presenta por comparación con los miembros integrantes de un grupo que generalmente alcanza sus metas. Él que no está pasando una buena racha y no las alcanza, acaba por creer que los demás piensan que es un incapaz (“soy el hazmerreír de la empresa”).

La perniciosa secuencia: Ilusión, desilusión, depresión

Fuente: https://www.terapia-breve-estrategica.es/basta-ya/

Como dije antes, la idea no era profundizar en este caso mediático, sino dejar aquí esta alerta y unas breves consideraciones, desde un punto de vista no clínico, que pueden ser útiles para aquellos que se esfuerzan por alcanzar, o mantener, un ritmo de trabajo de alto rendimiento, en cualquier contexto: Los conceptos de «Boreout» y de «Tensión Creativa» que están interrelacionados:

Boreout:

boreoutPara seguir con la línea de análisis anterior, el tenista reveló a la prensa que llegó a tener dudas sobre su interés y compromiso con respecto a la competición. El confort y la vida familiar prevalecieron, en determinado momento. Por consiguiente, en estas condiciones, no parece probable que tales dudas fueran ajenas a su bajo rendimiento. El fuerte contraste entre toda una vida de competición y una situación de esta naturaleza que disminuye su ritmo de vida, puede transformar toda la actividad frenética que envuelve la alta competición en algo profundamente aburrido.

Este ejemplo, aunque atípico, puede ayudar a reforzar la tesis del Boreout. Contrariamente al Burnout, este tipo de «síndrome» basado en el aburrimiento por falta de interés, de un cierto nivel de tensión, e incluso la falta de algún estrés, impide que un trabajo se pueda desarrollar en niveles de alto rendimiento.

Tensión creativa:

Este concepto propuesto por Peter Senge en el libro «La quinta disciplina», se basa en la perspectiva de la «realidad» adoptada por cada persona o grupo; su perspectiva sobre su posición actual en relación al objetivo que aspira a alcanzar. En ciertos casos, esta “tensión”, puede ser útil como antídoto contra el «boreout».

Cuanto más cerca de la objetividad esté esa perspectiva, más adecuada será la «tensión

creativa» que nos empuja hacia el objetivo. La naturaleza de una tensión es buscar su propia resolución, pero también es importante reflexionar sobre las diferentes connotaciones del adjetivo «creativo».

Podemos relacionarlo con la capacidad de crear la tensión necesaria para la resolución del «gap» entre lo que queremos y lo que tenemos actualmente. Por otro lado, también puede ser relacionado con la «creación» de una realidad que altere (positiva o negativamente) la percepción de dónde estamos, pudiendo así, de forma creativa, aumentar o disminuir esa tensión, cambiando la perspectiva.

En principio, no parece ser condenable intentar aumentar o reducir la «tensión creativa» a través del cambio de perspectiva, en determinadas circunstancias y contextos. Es un tema ético, que puede incluso justificar un amplio debate.

Sin embargo, lo que ya parece ser éticamente reprobable es que alguien «cree» una perspectiva de la realidad tan abstracta que pueda nublar completamente la visión de un objetivo que anteriormente estaba claro, preciso y conciso.

Concluyendo, prefiero seguir pensando que, en estos casos, sólo se trata de «profesionales» con una formación deficiente que provoca la confusión entre metodología e ideología.

En fin, las buenas intenciones….